Leyenda de la Yerba Mate

Ilex paraguariensis También conocida como Caá-Mate

El origen del uso de la yerba mate se pierde en lo remoto del tiempo. Este alimento básico  de los indios guaraníes es conocido por ellos como Caá-Mate, de cuyos términos "Caá" significa en idioma guaraní "planta o hierba", en tanto que "mate", se supone derivado de la palabra quichua "mati", con la cual designan a la calabacilla que, se supone derivado de la palabra infusión.

Pero una de las leyendas más conocidas , la de Caá-Yarîi diosa protectora de la yerba mate, que el escribano don Aníbal Cambas relata en su libro Leyendas Misioneras, nos habla del origen de la yerba mate.

Cuenta la leyenda que una de las tribus que se había detenido en las laderas de las sierras donde tiene sus fuentes Tabay, dejó después de breve tiempo el lugar, y siguió su marcha a través de la fronda.

Un indio viejo, agobiado por el peso de los años, no pudo seguir a los que partieron obedeciendo al espíritu errante de la raza.

Quedó refugiado en la selva en compañía de su hija, la hermosa Yarîi.

Una tarde cuando el sol desde el otro lado de las sierras se despedía con sus últimos fulgores, llegó hasta la humilde vivienda un extraño personaje, que por el color de su piel y por su rara indumentaria, no parecía ser oriundo de esos lares.

Arrimó el viejecito un acutí (roedor original) al fuego, y ofreció su sabrosa carne al desconocido visitante.

El más parecido plato de los guaraníes, el Tambú (gusano de carne blanca y abundante, criado por el guaraní en los troncos del pindó), también le fue ofrecido al huésped.

Al recibir tan cálidas demostraciones de hospitalidad quiso el visitante, que no era otro que un enviado de Tupá (dios del bien), recompensar a los generosos moradores de la vivienda proporcionándoles el medio para que pudieran ofrecer siempre generoso agasajo a sus huéspedes y para aliviar asimismo sus largas horas de soledad en el escondido refugio ubicado en la cabecera del hermoso arroyo.

Hizo brotar una nueva planta en la selva, nombrando a Yarîi, diosa protectora, y a su padre, custodio de la misma, enseñándoles a "sapecar" sus ramas al fuego y a preparar la amarga y exquisita infusión que constituíria la delicia de todos los visitantes de los hogares misioneros.

Bajo la tierna protección de la jóven, desde entonces la Caá-Yarîi, y bajo la severa vigilancia del viejo indio, que fue Caá-Yará ( dios protector), crece lozana y hermosa la nueva planta, con cuyas hojas y tallos se prepara mate, hoy por hoy, la más genuina expresión de hospitalidad.

La imágen de la diosa esculpida por la nautraleza en una roca de las imponentes Cataratas del Iguazú, como símbolo imperecedero, desde el mismo centro gerográfico de su limitado reino, esparce sus gracias y bondades sobre la planta que tutela.

 

(Almanaque BSE)

(Imágenes de Internet)

 

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